Hace algunos años hubo un revuelo tras el hallazgo de dos naufragios, que nos recordó un terrible episodio de la historia de la exploración. Los restos del HMS Erebus y el HMS Terror, de la tristemente célebre expedición de Franklin, fueron encontrados en las banquisas del Ártico de Canadá con solo dos años de diferencia entre ambos. Partieron a mediados del siglo XIX para explorar el Paso del Noroeste desde el Atlántico hacia el Pacífico a través del Océano Ártico. Se suponía que dicho paso permitiría acortar la navegación entre Europa y Asia Oriental en alrededor de 5000 kilómetros. Los intentos de exploración en siglos anteriores habían fracasado, al igual que esta expedición, que también tuvo un final trágico. La expedición al completo desapareció sin dejar rastro y siguió perdida durante mucho tiempo a pesar de extensivas búsquedas. Solo los constantes esfuerzos más recientes de Canadá condujeron finalmente al hallazgo de los barcos y una explicación probable de la suerte de la expedición. Los lugares donde se hallaron los barcos y las entrevistas con los inuit sugieren que aunque al menos algunos de los miembros de la expedición sobrevivieron al desastre inicial, no lograron llegar a tierra firme.
El deshielo del Ártico ha aumentado el tráfico marítimo
El sueño de un paso sin hielo por las aguas árticas perdura y, en solo unas décadas, puede hacerse realidad, puesto que el impacto del cambio climático se multiplica en las latitudes más altas. En 2007, por ejemplo, la parte canadiense del Paso del Noroeste estuvo completamente libre de hielo por primera vez desde que existen registros. En 2016 atravesó el paso el primer crucero.
Pero la sección sur de la ruta, que recorre más de mil doscientas millas náuticas de la costa oeste de Groenlandia, ganará interés para la navegación antes de que pueda siquiera considerarse el tránsito por la parte de la ruta que atraviesa el Ártico. La disminución de la densidad de hielo atrae a cada vez más cruceros a la zona, y está haciendo que aumente el transporte y el tráfico de suministro dentro del Ártico. Un problema es la todavía rudimentaria infraestructura de la región, especialmente para las comunicaciones y los servicios de rescate. En navegación marítima es fundamental estar siempre localizable por radio, algo que, desde el desastre del Titanic, es obligatorio para la navegación oceánica profesional. No obstante, esto solo es posible si en todo momento hay disponible una estación receptora. En alta mar, lo habitual es la radiocomunicación por satélite, pero la disponibilidad de esta en aguas del Ártico no es fiable. Por este motivo solo se permite la onda corta para el servicio de radiocomunicación marítima por encima del paralelo 70, lo cual se aplica para la mitad norte de la ruta de Groenlandia.
Groenlandia opera una cadena de estaciones de radio a lo largo de su costa oeste. Once de estas estaciones están equipadas con sistemas de onda corta de Rohde & Schwarz.